Después de un poco de lluvia y mirando siempre al cielo, he terminado el mural.
Ha sido una experiencia única como lo son todas las creaciones de las que siempre aprendes algo; del proceso, de los medios, del tiempo, de ti misma, de los demás.... todo ello está presente a lo largo del camino que recorres desde que presentas el proyecto hasta que finalmente limpias los pinceles y recoges el material, es en ese momento final en el que sabes que ya no hay vuelta atrás, ya está hecho, ahora le toca al público opinar,... y sorprendentemente opinan, y más de lo que yo pensaba, lo hacen incluso durante el proceso de creación, cuando te ven subida al andamio o cuando se agachan para decirte a pie de calle su opinión; y he de decir, que me encanta, ya sean opiniones buenas o malas, pues de la opinión se nutre la creación, aprendemos de lo que vemos y sobre todo de nuestra capacidad de dar forma a lo que nos inspira y de lo que bebemos para conformar y enriquecer las siguientes creaciones.
Cuando trabajas en el taller, eres tú sola ante el lienzo, solo puntualmente tienes la opinión de gente que normalmente te conoce y por lo tanto sabes que su opinión está muy condicionada. Pero en la calle estás en medio de todo y haces a todos partícipe de tu mundo y es en ese momento en el que te das cuenta de que tu creación ya no habla solo para ti o para tres o cuatro amigos sino para todo aquel que gire la cabeza y entre a formar parte de la historia de una de tus creaciones.
Gracias a todos los viandantes por tocar la puerta y entrar en mi mundo dándome su opinión.
Os dejo algunas de las imágenes finales del proceso, trabajando a pie de calle en los últimos elementos.
